perdido perro pequeño |
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |
|
|
|
Tal vez fue
que se alinearon los astros o que Dios escuchó a mi tía
abuela, que reza por toda la familia, y si eres ateo, con más
motivo, porque no hablas directamente con Dios. Presto toda la tensión que puedo (de vez en cuando escucho una
vocecilla que me recuerda la suerte que tengo), y voy tomando alguna
que otra nota sintetizada de lo que va diciendo. Cuando me repito a mí misma esta frase tengo que esforzarme por no echarme a reír en medio de la clase. Nunca me han gustado los hombres calvos; no tengo nada en su contra pero, por el momento, no me atraen. Y el catedrático no me gusta. Me gusta la calva. Es absolutamente
brillante, no tiene ni un pelo en la zona afectada (?); en cambio a
partir de media oreja tiene el pelo totalmente homogéneo. Son
los pelos blancos más brillantes y sedosos que he visto nunca,
con un leve contoneo ondulado. Y cuanto más le miro, más fantástica me parece
esa calva. Si yo fuera calva, querría tener la cabeza como el
catedrático. Incluso por dentro.
© Iolanda Villar :: yambria :: barcelona :: 2004 |