Llegado hasta la calle Príncipe de Vergara esquina con López
de Hoyos (también esquina con Vitruvio, personaje que me trae
recuerdos que no vienen al caso) por las sentimenta-pseudorazones enumeradas
anteriormente empecé a unirme a la multitud (no sé cuanta
gente fue, pero de lo que no cabe duda es de que era una multitud así
de grande..., vamos, un huevo de gente!!). Hacía muchísimo
calor y la gente estaba muy contenta. Les apetecía salir y manifestarse.
Desde el primer momento me sentí incómodo y fuera de sitio.
Desde que oí las primeras consignas, vi que la gente estaba allí
para apoyar a las víctimas (¿quién lo duda?), pero
también para otras muchas cosas. Se gritaron muchas cosas. Algunas,
desde mi punto de vista, totalmente acordes a la marcha como pedir la
dimisión de Peces-Barba; otras algo traídas por los pelos,
aunque totalmente admisibles, como ‘11M queremos saber’
o ‘luego dirán que somos 5 0 6’ (cosa que, dicho
sea de paso, sucedió); hasta llegar a las que ya se salen de
madre como ‘¿dónde están?, no se ven los
cabrones de la SER’, las pancartas que se referían a Zapatero
como cómplice de ETA o, incluso un momento que me llenó
de estupor que fue cuando la gente empezó a saltar al grito de
‘un bote, dos botes, etarra el que no bote’. Con esta consigna
y llenos de felicidad todo el mundo se puso a botar. Yo no, tampoco
creo que me consideraran por ello un etarra. Supongo que esos gritos
no llegaron a la cabecera de la manifestación donde había
personas mutiladas y que, desde luego, no podían saltar. Quizá
esto último que escribo sea demagógico. Lo asumo, pero
da una idea de que allí se pensaba en muchas cosas, pero, quizá,
poco en las víctimas o yo lo percibí así.
Puede que parte del problema es que debido al desarrollo de la manifestación,
casi todo el recorrido estuve rodeado por la Falange Auténtica
y por unos pseudo skins que lo único que querían era hacerse
notar – sirva de ejemplo el que la pancarta que llevaban era “ZAPATERO,
SÉ FRANCO”.
Hace poco escribió en La Razón Alfonso Ussía que
nadie en la manifestación se sintió incómodo...
el que soy un don nadie ya lo sabía. El que me iba a sentir incómodo,
no.
Para terminar, a pesar de las sensaciones encontradas, he de decir que
intentaré asistir a cualquier manifestación de apoyo a
las víctimas que pueda. A fin de cuentas yo no soy una víctima
y un rato de incomodidad es perfectamente asumible, incluso conveniente.
De todo se aprende y hay veces que conviene meterse en una amalgama
de sensaciones y aprender. A fin de cuentas lo que me encontré
el sábado fue una parte de España tan respetable y a tener
en cuenta como la que se manifestó contra la guerra de Irak,
contra el Prestige y contra el PP. Ya dijo don Antonio que una de las
dos españas ha de helarte el corazón. Lo que no dijo es
que a veces son las dos, pero sólo a veces.
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